El uso terapeútico de la pornografía

Si por algo se han caracterizado las ciencias de la sociología es por ser dinámicas. No les queda más remedio, no obstante, dado que su objeto de estudio no es algo permanente ni estático. La sociedad cambia, cada vez más rápido conforme van pasando los siglos; y las ciencias sociológicos, si quieren ser útiles y no quedarse obsoletas, no tienen más remedio que avanzar y adaptarse a los cambios que se producen en la sociedad.

Y no nos engañemos: muchas de las más importantes teorías de estas disciplinas se han dado por el método de ensayo y error. Ya que la gran mayoría no soporta ningún tipo de prueba empírica, se ha tratado de ir probando diferentes tratamientos para los distintos desórdenes que han ido surgiendo. E incluso para su mejora, ya que ciertos avances científicos sí que pueden dar lugar a distintas interpretaciones de estos desórdenes. Por eso, el que ahora se use la pornografía como terapia para mayores no debe extrañarnos tanto, solo resultarnos curioso y esperar a ver qué resultados da.

Claro que, leído así tal cual, uno puede pensar que es coña, ¿no? Y eso que el lugar donde se ha empezado a probar esta terapia, varias clínicas noruegas de probada reputación, no da a lugar a que esto sea una broma. Los profesionales de estos centros han comprobado que la proyección de películas porno a los mayores, que incluso pueden empezar a presentar ciertos signos de senilidad, da mucho mejor resultado que ciertos fármacos tranquilizantes. Ellos lo achacan a que estas personas tienen muy restringida la sexualidad a causa del clima tabú que la sociedad ha creado con respecto al sexo y la edad. Una vez que ven estas películas para adultos, y se les deja cierta libertad para explorar sus cuerpos, son capaces de alcanzar un estado de ánimo tranquilo gracias a la liberación sexual. Curioso cuando menos, como he dicho, ¿verdad?

Y eso que aún no se ha investigado qué efecto tiene el porno sobre la psicología de los jóvenes. Aunque claro, como casi todos los que nos encontramos en la llamada «edad adulta» hemos pasado por ello, lo podemos imaginar muy bien. A edades tempranas, cercanas a nuestro despertar sexual, las películas porno, con toda una gama de chicas guapas y jovencitas bien dispuestas y siempre buscando el ser abierta de piernas nos abría un mundo de fantasías xxx casi interminable. Sin embargo, la juventud de ahora sí que es diferente a la de generaciones anteriores, incluso en algo tan básico como el sexo; o más bien, la forma de entender la sexualidad. Por ejemplo, a ninguno de nosotros se nos hubiera ocurrido ver una revista porno o poner un video xxx con nuestras novias delante; pero ahora resulta que las chicas jovencitas se han convertido en consumidoras de pornografía al mismo nivel que los tíos, si no más. Y es que para ellas el asunto no va solo de meterla y sacarla; por eso, el porno online, donde ya destacan mujeres directoras y actrices que solo aceptan hacer un tipo de papel lejos de ciertos estereotipos sexuales, atrae a las nuevas generaciones de chicas xxx.

Así que, sorpresivamente, gracias al estudio de nuestra sociedad actual hemos descubierto que el porno no solo puede cambiar la mentalidad de nuestros jóvenes; además, puede resultar un buen tratamiento para liberar tensiones y estrés en la ancianidad. ¿Quién hubiera dicho que este arte que está tan demonizado podría tener tal influencia en el mundo de hoy?